jueves, 7 de marzo de 2013

Emilio Duró: “Hay que ponerle pasión a la vida”

Le definen como animador, coach, asesor de empresas, motivador… Hay quien piensa que es un genio y, también, quien se muestra en absoluto desacuerdo con las tesis que defiende. Es controvertido y, como tal, tiene defensores y detractores. Pero si en algo se ponen de acuerdo unos y otros es en que Emilio Duró no deja indiferente a quien le escucha, en que resuelve con brillantez la difícil tarea de trasmitir optimismo y en que es un comunicador absolutamente excepcional. Por eso, este catalán que triunfa dando charlas por el mundo, desde que alguien le grabó sin su permiso y mostró una de sus conferencias en internet, fue la persona elegida por CEOE-CEPYME Cantabria para protagonizar el primer plenario de Cantabria Empresarial.

No te preocupes demasiado por la vida, porque nadie sale vivo de ella. Si nos limitáramos a preocuparnos sólo por lo que nos ocurre, y no por lo que ya ha sucedido o por lo que puede que nos pase en el futuro, es seguro que seríamos mucho más felices”. Este es uno de los muchos mensajes que Emilio Duró trasmitió a los 250 empresarios que participaron en el primer plenario de Cantabria Empresarial. Un proyecto pensado y diseñado por y para empresarios, promovido por CEOE-CEPYME Cantabria con la colaboración del Gobierno de Cantabria y el Grupo Santander, y el apoyo de Telefónica y El Diario Montañés.
Asegura ser la historia de un fracaso. Hijo de comerciantes, empezó a trabajar muy joven “porque la tienda no daba para todos. Estudié, pero no la carrera que me gustaba, sino la que pensaba que me haría ganar más dinero”. Comenzó a trabajar en una empresa auditora, pero dice que salió “corriendo” el día que su jefe “gordo, calvo y apoltronado” le dijo: “Emilio, de todo el equipo eres el que más se parece a mí, serás mi sucesor”. Continuó con su brillante carrera profesional, pero paró en seco cuando la vida “me dio un susto”. Con sentido del humor explicó a los empresarios “hubo un momento en el que pensé: Emilio, te has llevado un susto porque han bajado las ventas del yogurt desnatado. Como te mueras por esto, repites por anormal”. Trasmite toda la energía que puede cuando afirma que “hemos hecho un mundo de personas estresadas. Nos pasamos la vida corriendo. La depresión es una de las primeras causas de muerte en el mundo occidental, y está generada por la ansiedad. Estamos haciendo un mundo en el que alguien dice ser feliz y le miramos con extrañeza”.
En opinión de Duró, la mayoría de la gente ha dejado de reír y de tener pasión. “Hay quien piensa exclusivamente en el trabajo y quien se excita con una cuenta de resultados”. Por eso, el punto de inflexión en su vida le hizo querer saber más sobre “la gente feliz”. Por eso lleva veinte años “estudiando a las personas que encuentran parking”. Hay quien nunca está de acuerdo con nada, asegura, los que siempre ven el vaso medio vacío, los que nunca consiguen encontrar el lado positivo. Lo que a él le interesan son aquellos que sobresalen por su vitalidad: “hasta la Nasa tiene en cuenta el coeficiente de optimismo a la hora de seleccionar a quienes hacen viajes espaciales. Y los empresarios deberíais tenerlo en cuenta a la hora de decidir qué personas van a conformar vuestros equipos”.
Apuesta definitivamente por la actitud y está convencido de que reír “nos hace vivir más, tener más memoria y encontrarnos mejor”. El optimismo es fundamental para este conocido asesor de empresas y más en este momento en el que el cambio más importante que ha sufrido el hombre en los últimos miles de años es el aumento de la esperanza de vida. Tenemos que trabajar para ser mejores, porque vivimos mucho tiempo “y nadie quiere pasar ochenta años con un amargado”. Apuesta porque los adultos recuperen la espontaneidad y la capacidad de disfrutar. “En eso tenemos mucho que aprender de los más pequeños. Nosotros también hemos sido pequeños ¿Qué nos han hecho?”
En opinión de Duró, aprendemos a través de las emociones y de los sentimientos. “Nos enseñaron que la letra con sangre entra, pero no es cierto. Si nos hicieran un examen de primero de Bachiller, suspenderíamos seguro”. El aumento de la esperanza de vida ha provocado, desde su punto de vista, un cambio drástico en la vida del ser humano, porque “todas las especies viven básicamente el tiempo necesario para reproducirse, menos el hombre”. Antes, los objetivos eran comer, beber y morir cuando la función reproductora estaba cumplida, “pero ahora vivimos noventa años, y esto ha hecho que la vida y las relaciones humanas cambien. Antes no había tiempo para el desgaste, ahora nos sobra”. Por eso debemos mantenernos en la mejor forma posible, cuidar el cuerpo y la mente.
Habla rápido y sin descanso, comunica a borbotones y derrocha energía. Pasea, dibuja en la pizarra, mira al público cuando habla y no es amigo de las medias tintas: “Si no le ponemos pasión a la vida, moriremos ¿Se puede uno dedicar sesenta años a lo mismo y ser feliz?”. Habla de física cuántica, diserta sobre el poder de la mente y afirma que, en la mayoría de los casos, no estamos preparados para vivir, sino para sobrevivir. “Recordamos lo malo, porque es lo que nos da la oportunidad de aprender. A veces, cuando miramos hacia delante no entendemos lo que nos ocurre pero, cuando echamos la vista atrás y analizamos, todo encaja”. El éxito para él está en el buen mantenimiento físico, mental y emocional. “Necesitamos ilusión, proyectos de vida, un motivo que nos haga levantarnos cada mañana y que nos haga sentir pasión”. Porque “aquella persona que tenga un por qué vivir, encontrará siempre un cómo”.
Duró es irónico, ácido y mordaz y tiene la cualidad de enganchar con el público y de provocar carcajadas. Hace reír a la mayoría del auditorio cuando dice cosas como que “lo único peor que un tonto, es un tonto motivado”. Habla sobre el cerebro reptiliano, “el que se encarga de todo lo que tiene que ver con las necesidades básicas, con la supervivencia”. Escuchar a vuestro cuerpo, dice. En su opinión, “atraemos lo que pensamos, ¡Cuidado con nuestros pensamientos! A cierta edad no aprendemos casi nada, pero podemos generar ilusión”.  Es de los que piensa que nada es para tanto y que “el mundo es de la gente que tiene ganas de vivir, que es capaz de reaccionar”.
Evita relacionarse con pesimistas y admira a la gente extraordinaria, “que es aquella que tiene la capacidad de hacernos sentir bien”. Y en este punto habla del cerebro límbico, “que es el de los sentimientos, de las emociones. No entiende lo que nos conviene y lo que no, y se formatea de cero a tres años”. No hay nada peor, afirma Duró, que “el déficit emocional, por eso el afecto es fundamental. No somos máquinas. Este cerebro no es racional, es dónde están la alegría y el entusiasmo”. Critica que en los colegios “se enseñen conocimientos, pero no actitudes. Hay quien tiene varias carreras universitarias y no es capaz de hacer nada con su vida. Y personas que, sin apenas formación, son capaces de realizar con éxito todo lo que se proponen”. En un discurso cuyo tono va `ín crescendo´, Emilio Duró explica que la actitud es vital para mejorar nuestra calidad de vida, “por eso hay que bailar, reír, comunicar, compartir, entusiasmarse y ponerle pasión a la vida. Con la genética no podemos hacer nada, con la actitud, sí. Rendimos más cuando estamos bien, por eso hay que cuidar el cerebro límbico”.
El tercer cerebro, dice, “es el cortex, el racional. Utilizamos la razón para explicar lo que sentimos”. Defiende que la realidad la crea nuestra mente, porque “a veces nos negamos a aceptar lo que nos ocurre” e inventamos excusas para negar nuestros fracasos”. Su solución: ser humildes y aceptar la realidad, porque “si hacemos lo de siempre, ocurrirá lo de siempre. Si has tenido siete parejas y te han dejado las siete, es claro que algo estás haciendo mal”. Por eso, el siguiente paso para llegar al éxito, después de marcar con claridad las metas, es analizar las razones que nos han llevado a no conseguirlas. Y a partir de ahí “no perder la oportunidad de aprender de los mejores”. La felicidad se puede copiar, el éxito se puede imitar.
Emilio Duró condensa sus casi tres horas de incansable charla en un mensaje final: Hacer deporte, alimentarse bien, tomar vitaminas y antioxidantes a partir de los cuarenta; cultivarse, leer, mostrar curiosidad, analizar; pero, sobre todo, ponerle pasión la vida, seguir el corazón y cuidar las emociones. Vivir, “sabiendo que os vais a morir, así perderéis el miedo a todo. Venimos sin nada y nos vamos sin nada. Hay que seguir los impulsos. Tener coraje para soñar y valor para perseguir los sueños”.

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