Le
definen como animador, coach, asesor de empresas, motivador… Hay quien piensa
que es un genio y, también, quien se muestra en absoluto desacuerdo con las
tesis que defiende. Es controvertido y, como tal, tiene defensores y
detractores. Pero si en algo se ponen de acuerdo unos y otros es en que Emilio
Duró no deja indiferente a quien le escucha, en que resuelve con brillantez la
difícil tarea de trasmitir optimismo y en que es un comunicador absolutamente
excepcional. Por eso, este catalán que triunfa dando charlas por el mundo,
desde que alguien le grabó sin su permiso y mostró una de sus conferencias en
internet, fue la persona elegida por CEOE-CEPYME Cantabria para protagonizar el
primer plenario de Cantabria Empresarial.
En opinión de Duró, la mayoría
de la gente ha dejado de reír y de tener pasión. “Hay quien piensa
exclusivamente en el trabajo y quien se excita con una cuenta de resultados”.
Por eso, el punto de inflexión en su vida le hizo querer saber más sobre “la
gente feliz”. Por eso lleva veinte años “estudiando a las personas que
encuentran parking”. Hay quien nunca está de acuerdo con nada, asegura, los que
siempre ven el vaso medio vacío, los que nunca consiguen encontrar el lado
positivo. Lo que a él le interesan son aquellos que sobresalen por su vitalidad:
“hasta la Nasa tiene en cuenta el coeficiente de optimismo a la hora de
seleccionar a quienes hacen viajes espaciales. Y los empresarios deberíais
tenerlo en cuenta a la hora de decidir qué personas van a conformar vuestros
equipos”.
Evita relacionarse con pesimistas y
admira a la gente extraordinaria, “que es aquella que tiene la capacidad de
hacernos sentir bien”. Y en este punto habla del cerebro límbico, “que es el de
los sentimientos, de las emociones. No entiende lo que nos conviene y lo que
no, y se formatea de cero a tres años”. No hay nada peor, afirma Duró, que “el
déficit emocional, por eso el afecto es fundamental. No somos máquinas. Este
cerebro no es racional, es dónde están la alegría y el entusiasmo”. Critica que
en los colegios “se enseñen conocimientos, pero no actitudes. Hay quien tiene
varias carreras universitarias y no es capaz de hacer nada con su vida. Y
personas que, sin apenas formación, son capaces de realizar con éxito todo lo
que se proponen”. En un discurso cuyo tono va `ín crescendo´, Emilio Duró
explica que la actitud es vital para mejorar nuestra calidad de vida, “por eso
hay que bailar, reír, comunicar, compartir, entusiasmarse y ponerle pasión a la
vida. Con la genética no podemos hacer nada, con la actitud, sí. Rendimos más
cuando estamos bien, por eso hay que cuidar el cerebro límbico”.
“No te preocupes demasiado por la
vida, porque nadie sale vivo de ella. Si nos limitáramos a preocuparnos sólo
por lo que nos ocurre, y no por lo que ya ha sucedido o por lo que puede que
nos pase en el futuro, es seguro que seríamos mucho más felices”. Este es uno
de los muchos mensajes que Emilio Duró trasmitió a los 250 empresarios que
participaron en el primer plenario de Cantabria Empresarial. Un proyecto
pensado y diseñado por y para empresarios, promovido por CEOE-CEPYME Cantabria
con la colaboración del Gobierno de Cantabria y el Grupo Santander, y el apoyo
de Telefónica y El Diario Montañés.
Asegura ser la historia de un fracaso.
Hijo de comerciantes, empezó a trabajar muy joven “porque la tienda no daba
para todos. Estudié, pero no la carrera que me gustaba, sino la que pensaba que
me haría ganar más dinero”. Comenzó a trabajar en una empresa auditora, pero dice
que salió “corriendo” el día que su jefe “gordo, calvo y apoltronado” le dijo:
“Emilio, de todo el equipo eres el que más se parece a mí, serás mi sucesor”. Continuó
con su brillante carrera profesional, pero paró en seco cuando la vida “me dio
un susto”. Con sentido del humor explicó a los empresarios “hubo un momento en
el que pensé: Emilio, te has llevado un susto porque han bajado las ventas del
yogurt desnatado. Como te mueras por esto, repites por anormal”. Trasmite toda
la energía que puede cuando afirma que “hemos hecho un mundo de personas
estresadas. Nos pasamos la vida corriendo. La depresión es una de las primeras
causas de muerte en el mundo occidental, y está generada por la ansiedad. Estamos
haciendo un mundo en el que alguien dice ser feliz y le miramos con extrañeza”.

Apuesta definitivamente por la actitud
y está convencido de que reír “nos hace vivir más, tener más memoria y
encontrarnos mejor”. El optimismo es fundamental para este conocido asesor de
empresas y más en este momento en el que el cambio más importante que ha
sufrido el hombre en los últimos miles de años es el aumento de la esperanza de
vida. Tenemos que trabajar para ser mejores, porque vivimos mucho tiempo “y
nadie quiere pasar ochenta años con un amargado”. Apuesta porque los adultos
recuperen la espontaneidad y la capacidad de disfrutar. “En eso tenemos mucho
que aprender de los más pequeños. Nosotros también hemos sido pequeños ¿Qué nos
han hecho?”
En opinión de Duró, aprendemos a
través de las emociones y de los sentimientos. “Nos enseñaron que la letra con
sangre entra, pero no es cierto. Si nos hicieran un examen de primero de
Bachiller, suspenderíamos seguro”. El aumento de la esperanza de vida ha
provocado, desde su punto de vista, un cambio drástico en la vida del ser humano,
porque “todas las especies viven básicamente el tiempo necesario para
reproducirse, menos el hombre”. Antes, los objetivos eran comer, beber y morir
cuando la función reproductora estaba cumplida, “pero ahora vivimos noventa
años, y esto ha hecho que la vida y las relaciones humanas cambien. Antes no
había tiempo para el desgaste, ahora nos sobra”. Por eso debemos mantenernos en
la mejor forma posible, cuidar el cuerpo y la mente.
Habla rápido y sin descanso, comunica
a borbotones y derrocha energía. Pasea, dibuja en la pizarra, mira al público
cuando habla y no es amigo de las medias tintas: “Si no le ponemos pasión a la
vida, moriremos ¿Se puede uno dedicar sesenta años a lo mismo y ser feliz?”.
Habla de física cuántica, diserta sobre el poder de la mente y afirma que, en
la mayoría de los casos, no estamos preparados para vivir, sino para
sobrevivir. “Recordamos lo malo, porque es lo que nos da la oportunidad de
aprender. A veces, cuando miramos hacia delante no entendemos lo que nos ocurre
pero, cuando echamos la vista atrás y analizamos, todo encaja”. El éxito para
él está en el buen mantenimiento físico, mental y emocional. “Necesitamos
ilusión, proyectos de vida, un motivo que nos haga levantarnos cada mañana y
que nos haga sentir pasión”. Porque “aquella persona que tenga un por qué
vivir, encontrará siempre un cómo”.
Duró es irónico, ácido y mordaz y
tiene la cualidad de enganchar con el público y de provocar carcajadas. Hace
reír a la mayoría del auditorio cuando dice cosas como que “lo único peor que
un tonto, es un tonto motivado”. Habla sobre el cerebro reptiliano, “el que se
encarga de todo lo que tiene que ver con las necesidades básicas, con la
supervivencia”. Escuchar a vuestro cuerpo, dice. En su opinión, “atraemos lo
que pensamos, ¡Cuidado con nuestros pensamientos! A cierta edad no aprendemos
casi nada, pero podemos generar ilusión”.
Es de los que piensa que nada es para tanto y que “el mundo es de la
gente que tiene ganas de vivir, que es capaz de reaccionar”.

El tercer cerebro, dice, “es el
cortex, el racional. Utilizamos la razón para explicar lo que sentimos”.
Defiende que la realidad la crea nuestra mente, porque “a veces nos negamos a
aceptar lo que nos ocurre” e inventamos excusas para negar nuestros fracasos”.
Su solución: ser humildes y aceptar la realidad, porque “si hacemos lo de
siempre, ocurrirá lo de siempre. Si has tenido siete parejas y te han dejado
las siete, es claro que algo estás haciendo mal”. Por eso, el siguiente paso
para llegar al éxito, después de marcar con claridad las metas, es analizar las
razones que nos han llevado a no conseguirlas. Y a partir de ahí “no perder la
oportunidad de aprender de los mejores”. La felicidad se puede copiar, el éxito
se puede imitar.
Emilio Duró condensa sus casi tres
horas de incansable charla en un mensaje final: Hacer deporte, alimentarse
bien, tomar vitaminas y antioxidantes a partir de los cuarenta; cultivarse,
leer, mostrar curiosidad, analizar; pero, sobre todo, ponerle pasión la vida,
seguir el corazón y cuidar las emociones. Vivir, “sabiendo que os vais a morir,
así perderéis el miedo a todo. Venimos sin nada y nos vamos sin nada. Hay que
seguir los impulsos. Tener coraje para soñar y valor para perseguir los
sueños”.
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